Desde que en marzo de 2020 se impuso el teletrabajo por la Covid-19, hay quien no ha vuelto a pisar una oficina. Para muchos, esto ha supuesto un ahorro de costes y también una optimización en tiempos. Pero otros ya han dejado de verlo como la panacea por aquello de «se me cae la casa encima» o porque se siente socialmente aislados.
Y es que, nos echamos de menos. Echamos de menos las interrelaciones con nuestros compañeros, la hora del desayuno, hablar con otras personas de algo que no sea el Covid, compartir. Ir a la oficina nos da una excusa para abandonar el look chándal pandemic 2020 y vestirnos decentemente. Y, en muchos casos, nos proporciona un medio más confortable para desarrollar nuestra actividad laboral tanto a nivel ergonómico o tecnológico (ver ergonomía en el trabajo) como en lo que se refiere al intercambio de sinergias, resolución de conflictos o trabajo en equipo. Eso por no hablar de la happy hour del bar de la esquina que tantos viernes nos ha regalado la promoción de dos por uno mientras despotricábamos de los jefes…
El teletrabajo tiene sus ventajas por supuesto. Y es por ello por lo que las empresas, cada vez más, tienden a flexibilizar sus jornadas o imponer un sistema mixto que permita que este se desarrolle de forma ocasional, con beneficio tanto para empresa como para el empleado. Pero durante la pandemia muchas empresas detectaron que, a la larga, el no acudir a la oficina, desvinculaba a los empleados de la cultura empresarial y del sentimiento de pertenencia a la organización y además mermaba la creatividad y ralentizaba la capacidad de adoptar y/o aportar soluciones al día a día. Y es que tenemos que admitirlo, “quédate en casa” se ha repetido tanto en nuestra vida últimamente que, aunque parezca mentira, sí, estamos deseando volver a la oficina.
Si estás deseando volver a tu lugar de trabajo o necesitas uno nuevo en el que ubicarte, ponte en contacto con nosotros.